Mi nombre es Viviana Quispé, tengo 22 años, soy boliviana y quiero contar mis vivencias, dónde nací, quién soy, de dónde vengo, a dónde voy, y cómo fue y está siendo mi camino.
Mi familia entera se ha dedicado ancestralmente al cultivo de hoja de coca como medio de vida, nací y crecí en el campo, en el seno de una familia campesina de la altiplanicie andina. Me encantan los animales, mis mascotas era una mula llamada Shirley y una perrita de raza indeterminada llamada Ashley, típico nombre de las series norte-americanas que tanto me gustaban ver después de mis clases y de ayudar en las labores del hogar.
Mi familia entera se ha dedicado ancestralmente al cultivo de hoja de coca como medio de vida, nací y crecí en el campo, en el seno de una familia campesina de la altiplanicie andina. Me encantan los animales, mis mascotas era una mula llamada Shirley y una perrita de raza indeterminada llamada Ashley, típico nombre de las series norte-americanas que tanto me gustaban ver después de mis clases y de ayudar en las labores del hogar.
Tuve una niñez llena de preciosos momentos aunque marcados por la escasez, en los que el ingenio de mi padre y de mi hermano mayor solventaban cualquier dificultad. Yo me aferré a los estudios concienciada por mis padres y por motivación propia. Mi madre no sabía leer, tampoco mi abuela, ni mis hermanos mayores, de modo que la alegría que sintieron mis padres al saber que yo, a la edad de 8 años, podía desenvolverse con fluidez en el rico mundo de las letras fue inmensa.
Yo comencé a asistir con asiduidad y devoción a la escuela rural situada a casi 10 kilómetros de mi casa. Mi padre, Alberto Quispé, un hábil negociador que no se dejaba engañar "ni por el mismísimo Diablo", se había convertido en un prometedor líder cocalero.