Hoy toca hablar de música :) ¿Han escuchando alguna vez hablar de la “cumbia” o del “cuarteto”? Bueno, como sé que ninguno va a responder porque esto es una máquina xD, les voy a explicar: El cuarteto y la cumbia villera son dos géneros musicales de origen argentino. Son ritmos muy bailables, alegres, que en muchas ocasiones hablan del amor, y otras de las vivencias de la gente. Pues bien, hago esta introducción para contar otra anécdota de las mías. Begoña, la señora con la que vivo, tiene una vecina ecuatoriana llamada Silvana. Silvana es una chica muy fiestera, le gusta mucho la salsa y el merengue, un día hablando de música, me dijo que, como a mí, le gustaba el cuarteto y la cumbia, que la conoció gracias a un novio argentino que tuvo. Cuando le propuse que fuéramos un día a bailar, sin demora me citó para que el pasado viernes fuéramos a un pub argentino donde podríamos bailar esa música. El día llegó, me puse todo lo guapa que pude, tomamos el metro y nos plantamos a las once en el pub. Estaba siendo una noche inolvidable, cuando cerca de las tres de la mañana el pub empezaba a vaciarse, y sólo empezaban a quedarse borrachos tambaleantes. Silvana y yo estábamos en la barra cantando una canción de un cantante llamado Rodrigo, cuando se nos acercó un tipo de ojos verdes y nos dijo:
- ¿Qué hacen ustedes cantando Rodrigo? La cumbia es sólo para argentinos.
Yo, adelantándome a su tono exclusivista, le dije:
- ¿Perdona? ¿Quién dice que la cumbia es sólo para argentinos?
- La inventamos nosotros, es música argentina, no es música para indios, ni negros...
La palabra “indio” es una palabra compleja para mi ecosistema cerebral, pues si bien me enorgullece considerarme “india”, me ofende cuando la palabra es usada en un tono despectivo, como lo estaba usando aquel tipo en ese momento. Por eso, en ese momento le dije al “argentino”:
- La música es para el que la siente, no tiene etiquetas, ni certificado de origen. Yo soy boliviana y me gusta la cumbia, ¿y qué?
- ¿Sos boliviana? –preguntó el argentino– Me parece que te equivocaste de sitio, nena. Este es un pub para argentinos.
- ¿Ah sí? Pues perdona, no queremos estar en un lugar en el que no somos bien recibidas. Vámonos, Silvana. – le dije a mi amiga.
Cogimos nuestros abrigos y salimos de allí. Mi amiga no entendía nada, puesto que no había estado atenta a la conversación. Cuando se lo expliqué, intentó justificar las acciones del argentino diciendo que cada colectivo tiene sus lugares, que es entendible que él reaccionara así. Yo intentaba hacerla razonar, diciéndole que eso era una estupidez, que nosotros podíamos ir a donde nos diera la gana. Silvana zanjó la discusión prometiéndome que a la próxima iríamos a un bar boliviano o ecuatoriano, pero aún sabiendo que esa no era solución, me callé y apreté los dientes. Pasan los días y sigo preguntándome:
¿Cómo demonios pretendemos luchar contra la discriminación y el racismo si entre nosotros, los inmigrantes, no nos unimos en un espíritu común y eliminamos nuestras diferencias?