Bienvenidos!

Bienvenidos todos. Mi nombre es Viviana Quispé, soy boliviana y mi familia se dejo la vida en conseguir darme la educación que tanto quise, por lo que, con muchos esfuerzo de toda mi familia, consiguieron sacarme unos billestes de avión y pagarme la matricula en la universidad. Pero ahora he de ingeniarmelas en mi nueva ciudad, Madrid, con mi nueva vida, la gente que conoceré, etc... Aqui comienza mi vida, pero os pongo en antecendentes sobre mi infancia y vida en Bolivia.

lunes, 25 de octubre de 2010

Sigue mi vida...


                                                                                   (mis amigos de la escuela)
                                                                                                    



     En el 2005, el partido al que pertenecía mi padre, ingresó en el poder. Los cambios en  mi vida tardaron en notarse, no fueron inmediatos, seguí terminando mi educación secundaria como una de las más prometedoras alumnas de mi clase, y por la tarde siguió comprometiéndose con mi familia para sacar la finca adelante. La vida de mi padre tampoco había cambiado, al frente de la finca y ejerciendo su liderazgo en una sociedad machista, tenía obligatoriamente que mantener bien asidas las riendas de su terrenos, no dejar escapar ningún asunto.

     Mi vida realmente cambió el día en el que mi padre me informó de un concurso académico en el que el premio era una beca para estudiar en la Universidad Complutense de Madrid. Me apliqué como estudiante –aún más, si aquello era posible– , y en esta ocasión, más que en ninguna otra, puse todo mi empeño en destacar como la mejor de entre una multitud de esmerados estudiantes de todo el país. Mi esfuerzo tuvo recompensa tras una serie de importantes sacrificios en los que tuve que enfrentarme a mi familia y dar la espalda a mis obligaciones rurales y domésticas como mujer. Fuí admitida como la única adjudicataria del programa “Lo que tú quieras” de la Universidad Complutense de Madrid y recibí una beca que incluía los gastos de la matrícula y mi transporte. 
      Actualmente, me encuentro viviendo en Madrid, sí, he cumplido mi sueño. Pero ante mí he encontrado una realidad que no esperaba, solo poseo 300€ que mi familia me dió, pero no son suficientes para la costosa vida en la capital, y me veo en la obligación de encontrar un trabajo para costear mi alojamiento y mis gastos de manutención. El alojamiento, de momento, lo tengo  gracias a que la primera tarde que llegúe me senté en un parque a meditar qué hacer, dónde dormir, cómo comer, cómo costear todos los gastos, etc... una encantadora y entrañable señora mayor me vió y me ofreció hospedarme en su casa durante una par de semanas hasta que encontrara algo.
      Además mi visado de estudiante no me permite conseguir un permiso de trabajo con el que encontrar un puesto laboral en una compleja España en crisis, en la que esos mismos puestos escasean, y los inmigrantes no tienen precisamente prioridad en la lista.

      De modo que mi situación es desesperada, lloro todas las noches, extraña a mi familia, a mis amigos y a mis mascotas. Me siento sola, desesperada y triste. Necesito explotar y la única manera que tengo de hacerlo es través del ordenador del aula de informatica de la universidad. Nada es mio. Tal cúmulo de circunstancias me lleva a inaugurar un espacio propio en Internet, un medio en el que expresarme, este espacio es mi primer blog, el que he conseguido crear gracias a una buena compañera de clase.

¿Alguien podría ayudarme a encontrar un lugar dónde trabajar para poder pagar un alojamiento, y un lugar dónde hospedarme?

viernes, 15 de octubre de 2010

Cómo continua mi vida...


De camino al pueblo, mi padre siempre me llevaba en su vieja camioneta Chervrolet del 56 a mi escuela y me recogía justo cuando terminaba. Yo siempre me había considerado una chica afortunada por esos pequeños detalles, que para mi, hacían un mundo.
Alberto Quispé, mi padre, cocalero por tradición más que por elección, vivió en el campo hasta los dieciocho años, cuando se mudó al municipio de Colomi, ingresó en una escuela nocturna para adultos, mientras por el día trabajaba en un molino de harina. Tras terminar la secundaria con unas notas ejemplares, continuó trabajando durante unos años en el molino de harina, compró la Chevrolet del 56 a un amigo, y ahorró para comprar un terreno en su aldea natal. Volvió al campo asustado por la inestabilidad política, que en los pueblos se notaba más que en el campo. Ya con un terreno propio, se casó con una preciosa joven del lugar que se dedicó por entero a quererlo y atenderlo y con la que tuvo unos preciosos hijos: Maximiliano, Eduardo, y yo, la menor, la niña de sus ojos.
Mi padre, siendo testigo de los atropellos que sufrían los cocaleros por parte del gobierno, y de las duras condiciones de vida de sus compañeros más desfavorecidos, mi padre, se lanzó a representar los intereses de los suyos en asambleas campesinas y foros para el evento. Su presencia resultaba inspiradora, un ejemplo de vida que fue seguido por muchos de los suyos. Tomó la vocería de los cocaleros de su región y fue a parar al MAS, un partido político cuya base reposaba en gentes como él, los cocaleros.