Bienvenidos!

Bienvenidos todos. Mi nombre es Viviana Quispé, soy boliviana y mi familia se dejo la vida en conseguir darme la educación que tanto quise, por lo que, con muchos esfuerzo de toda mi familia, consiguieron sacarme unos billestes de avión y pagarme la matricula en la universidad. Pero ahora he de ingeniarmelas en mi nueva ciudad, Madrid, con mi nueva vida, la gente que conoceré, etc... Aqui comienza mi vida, pero os pongo en antecendentes sobre mi infancia y vida en Bolivia.

viernes, 15 de octubre de 2010

Cómo continua mi vida...


De camino al pueblo, mi padre siempre me llevaba en su vieja camioneta Chervrolet del 56 a mi escuela y me recogía justo cuando terminaba. Yo siempre me había considerado una chica afortunada por esos pequeños detalles, que para mi, hacían un mundo.
Alberto Quispé, mi padre, cocalero por tradición más que por elección, vivió en el campo hasta los dieciocho años, cuando se mudó al municipio de Colomi, ingresó en una escuela nocturna para adultos, mientras por el día trabajaba en un molino de harina. Tras terminar la secundaria con unas notas ejemplares, continuó trabajando durante unos años en el molino de harina, compró la Chevrolet del 56 a un amigo, y ahorró para comprar un terreno en su aldea natal. Volvió al campo asustado por la inestabilidad política, que en los pueblos se notaba más que en el campo. Ya con un terreno propio, se casó con una preciosa joven del lugar que se dedicó por entero a quererlo y atenderlo y con la que tuvo unos preciosos hijos: Maximiliano, Eduardo, y yo, la menor, la niña de sus ojos.
Mi padre, siendo testigo de los atropellos que sufrían los cocaleros por parte del gobierno, y de las duras condiciones de vida de sus compañeros más desfavorecidos, mi padre, se lanzó a representar los intereses de los suyos en asambleas campesinas y foros para el evento. Su presencia resultaba inspiradora, un ejemplo de vida que fue seguido por muchos de los suyos. Tomó la vocería de los cocaleros de su región y fue a parar al MAS, un partido político cuya base reposaba en gentes como él, los cocaleros.

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