Bienvenidos!

Bienvenidos todos. Mi nombre es Viviana Quispé, soy boliviana y mi familia se dejo la vida en conseguir darme la educación que tanto quise, por lo que, con muchos esfuerzo de toda mi familia, consiguieron sacarme unos billestes de avión y pagarme la matricula en la universidad. Pero ahora he de ingeniarmelas en mi nueva ciudad, Madrid, con mi nueva vida, la gente que conoceré, etc... Aqui comienza mi vida, pero os pongo en antecendentes sobre mi infancia y vida en Bolivia.

jueves, 11 de noviembre de 2010

"Nada es fácil al principio"




   Antes de mi partida a España, la cual me costo un año decidirme, solía decir, que si es imposible decidir donde nacemos, porque no decidir donde y como queremos vivir; pero ese pensamiento se diluyó cuando me convertí en inmigrante. Una vez oí que cada persona debía quedarse allá dónde nacía, el comentario hacía una comparación del hogar con el país, decía que si en tú casa tienes comida y alojamiento para 2 hijos, como vas a alimentar a otros tantos del vecino. Esto me hizo sentirme mal al pensar en mi condición de inmigrante viendo como somos rechazados por algunas personas que por suerte no han tenido la necesidad de emigrar y buscar una vida mejor. 

   Cuando decidí partir, lo hice con mis tres hijas de 7, 8 y 12 años, mi marido marchó unos meses antes que yo con un visado de turista  y aunque no tuviéramos vivienda propia al menos el tenía un trabajo, algo que en mi país era impensable conseguir. Trabajar como ilegal fue muy duro, mi marido tuvo que repetir numerosos viajes para regularizar su situación, en ese tiempo solo yo trabajaba.  

   Un tiempo después, nuestra situación mejoró, la nevera estaba llena, comíamos todos los días varias veces (desayuno, comida, cena), compramos un coche, sin embargo había algo que nos faltaba “el afecto y la compañía de los nuestros”. En el día a día mis hijos eran mi única compañía, salía a trabajar cuando ellos dormían y cuando volvía o estaban estudiando o durmiendo la mayoría de las veces.  Esto que nos parece tan normal, tan rutinario, cuando estas con los tuyos no resulta tan temido, porque te encuentras arropada por tu entorno familiar, tus costumbres, tus leyes, y sobre todo tú te sientes más fuerte.

   Hubieron muy buenos momentos, como la visita de mi única hermana y de sus hijos, las excursiones a la montaña, ver crecer a mis hijos y como se fueron buscando un  lugar en la vida; una de ellas es campeona olímpica, otra es una arquitecta de prestigio y la tercera esta felizmente casada de la cual tengo dos nietos. 

Ahora vivo en Suiza, se me presenta un nuevo reto, vencer la barrera idiomática, acostumbrarme al frío, etc… un volver a empezar, pero más unida a mis hijos que han crecido y a otras personas que llegaron a mi vida al emigrar de mi país.

Con esfuerzo, todos podemos prosperar o dependemos de la gente del pais al que emigramos?

(segundo cuento)
 

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