Irina era una niña rumana, hacia solo una semana que se había trasladado a vivir a un pueblecito cerca de la costa malagueña. Irina tenía 10 años y había venido con su madre, y su hermano de 7 años.
Era Domingo, delante de su casa había un jardín muy bonito, tenía varios toboganes y a Irina le encantaba deslizarse por ellos, siempre le había dado un poco de miedo subir las escaleras de estos, pero merecía la pena; así que sin pensarlo dos veces, le dijo a su madre que iba a dar una vuelta por el parque.
Se acercó al tobogán, puso un pie en el primer travesaño cuando un niño llamado Pedro, le dio un pequeño empujón, y la apartó. Irina echó a llorar, ¿por qué me has empujado? le preguntó, Pedro la ignoró y llamó a María y a Anabel, las niñas corrieron y subieron al tobogán, Irina se les quedó mirando, viendo como reían y se divertían. Se apartó de donde estaban ellos y fue a sentarse en un banco debajo de un algarrobo, Irina seguía llorando, sentía nostalgia de su pueblo, de sus amigos. Quería volver a su país, pero sabía que eso no era posible, allí casi ni podían comer.
Tan triste estaba que no se había dado cuenta, que otra niña, se había sentado a su lado.
La niña le dijo: me llamo Rosa, ¿cómo te llamas? ¿por qué estas tan triste? nunca te había visto antes por aquí, Irina le contó que echaba de menos a sus amigos y sobre todo a su padre y a su abuela, y le dijo que un niño le había empujado, y que no creía que nadie quisiera jugar con ella, puesto que las otras niñas que iban con Pedro se habían reído de ella y le habían dicho que volviera a su país, que allí no querían gente extranjera porque les quitaban los puestos de trabajo a sus familias. Rosa la tranquilizó diciéndole que no se preocupara y que sobre todo dejara de llorar, le contó que Pedro era un bruto, y que no le gustaba la gente que venía de otros países, pero que todos no eran como él, ella por ejemplo si quería ser su amiga y que le encantaría no solo ser su amiga sino que le contase cosas de su pais, así como aprender su lengua. Irina ya empezaba a sonreir, entonces la llamó su madre, se despidió de Rosa y quedaron para jugar al día siguiente. La madre de Irina la vio feliz y le preguntó que como lo había pasado en el parque, esta le dijo, mama acabo de hacer una amiga y estoy segura que haré muchas mas.
¿no sería mejor conocer a las personas, sean de dónde sean, antes que rechazarlas?
(esto es el primer de os 3 cuentos que nos mandó escrbir el profesor acerca de la inmigración)
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