Dedicado a la de la regente de la residencia de estudiantes:
Comparto piso, sí, cuido de una anciana llamada Begoña que me da alojamiento gratuito a cambio de que comparta con ella y esté pendiente de lo que pueda necesitar. Me encanta estar con esa viejecita, las cosas que me cuenta, sus consejos, más gente debería considerar la alternativa que yo he tomado, es algo que beneficia a dos personas con unas necesidades muy concretas, pero no todo fue así de fácil desde un principio. Para obtener el visado de ingreso en España me exigieron un contrato de alquiler o con alguna residencia, algo que demostrara que tenía un techo en España. De modo que lo único que estaba a mi disposición para conseguir alojamiento en Madrid, estando en Bolivia, fue Internet. Contacté con una residencia de estudiantes que me pidió casi 700€ por mes, no te puedes imaginar lo que le costó a mi familia reunir ese dinero, pero finalmente lo consignamos en la cuenta de una señora, en apariencia muy amable. La sorpresa vino al llegar a España, cuando en compañía de un amigo de mi padre, que me recibió en el aeropuerto, acudimos a la dichosa residencia y la “amable” señora me pidió otros 700€ en concepto de fianza, la cual me sería “supuestamente” devuelta al abandonar la residencia. Era vital conseguir ese dinero ya que sin él no podría alojarme. Teniendo en cuenta los descomunales sacrificios que tuvo que hacer mi familia para conseguir los primeros 700€, ¿con qué cara se supone que podría yo llamar a mis padres para pedirles 700€ más? Se supone que debería haberme, al menos mencionado, que tenía que pagar una fianza tan alta, pero así se ganaba la vida esta señora, ajena a lo sacrificado de enviar a un hijo a estudiar a Europa. De modo que, aunque desesperada, desistí de ponerme en contacto con mis padres, ya se sabe que no existen árboles que den plata, de modo que le pedí el dinero al amigo de mi padre, pero el pobre hombre lo único que podía darme era alojamiento por algunos días hasta que encontrara algo. Estuve viviendo con el amigo de mi padre un breve periodo de tiempo hasta que encontré este apartamento en el que cocino para mí y la señora . Al poco tiempo, cuando ya vivía con Begoña, otro estudiante que estuvo en esa residencia me contó que la dichosa fianza pedida por la señora nunca era devuelta, e intentando la compleja tarea de ponerme en el lugar de la regente, me pregunto:
¿Qué clase de monstruo carente de sentimientos hay que ser para aprovecharse de esa manera de tantos estudiantes sin medios que engañados van a parar a su residencia?
Me gusta lo que escribes.
ResponderEliminarSigue actualizando por favor.
Saludos.
Muchas gracias, por leerme e interesarte.
ResponderEliminarSeguiré publicando!
Gracias otra vez.
Hola Viviana me han encantado los relatos de tus experiencias en este pais. Como bien dices, por desgracia hay muchos monstruos carentes de sentimientos que nada mas que piensan en aprovecharse de jovenes de buen corazón pero ¿sabes una cosa...? la vida es larga y justa y tarde o temprano todo se paga en el transcurso de la vida, de una forma u otra. Yo soy de la forma de pensar que a veces es bueno que la vida te de una lección ya que si se es inteligente se aprende una lección que aunque te la cuenten, no hay nada como vivirla. Mucha suerte Viviana.
ResponderEliminar¿Te das cuenta que si no hubiera sido por esa mala experiencia no hubieras conocido a esa encantadora ancianita llamada Begoña?
Dios aprieta pero no ahoga aunque en ocasiones así lo parezca. Te felicito. Ya nos tendras al corriente.