Bienvenidos!

Bienvenidos todos. Mi nombre es Viviana Quispé, soy boliviana y mi familia se dejo la vida en conseguir darme la educación que tanto quise, por lo que, con muchos esfuerzo de toda mi familia, consiguieron sacarme unos billestes de avión y pagarme la matricula en la universidad. Pero ahora he de ingeniarmelas en mi nueva ciudad, Madrid, con mi nueva vida, la gente que conoceré, etc... Aqui comienza mi vida, pero os pongo en antecendentes sobre mi infancia y vida en Bolivia.

miércoles, 15 de diciembre de 2010

Él ( 2º parte)


  Salí de clase cerca de las cuatro de la tarde, había sido un día tremendamente ajetreado, y encima tenía que ir a limpiar ese portal donde vivía “ÉL”. Ese dato lo había olvidado por completo, con lo cual, iba de mala gana toda la mañana por la Universidad, compadeciéndome de lo dura que era la jornada que tenía por delante. Pero, después de comer, miré mi agenda, me fijé en en la dirección del portal al que tenía que ir, y recordé que allí era donde vivía “ÉL”. Calculaba que seguramente lo vería, porque hacía exactamente una semana, él bajó las escaleras a la hora en la que yo limpiaba el portal. Cinco de la tarde, iba con media hora de retraso, de modo que, o me daba prisa, o me iba a perder el momento en el que “ÉL” saliera del edificio: “Corre, Vivi, corre”. Hice todo tan rápido como pude, pasé la fregona a una velocidad endiablada, limpié los cristales, y todo para que en quince minutos estuviera limpiando ya el rellano. Finalmente conseguí cumplirle al reloj, y en el plazo planeado estaba en la entrada del portal, a punto de empezar a fregar. Lo lógico hubiera sido fregar seguidamente la entrada, justo a continuación de haber terminado con la escalera y los cristales del portón, pero me senté en una grada de las escaleras y me paré a esperar a que alguien viniera... Era algo estúpido y completamente irracional para una limpiadora, ya que debería estar aprovechando esa quietud del momento para fregar sin riesgo a que nadie pisara el suelo húmedo, pero yo buscaba lo contrario, quería que me pisaran lo fregado, y no solo eso, que fuera “ÉL”quien pusiera su huella sobre el piso mojado. Pasé quince largos minutos sentada como una estúpida esperando a que ese señorito de ojos marrones y pelo rizado saliera de su casa, pero no le dio la gana. A la vista de los hechos, y considerando que me esperaba un apartamento por limpiar en la otra punta de la ciudad, fregué lo que quedaba de edificio, guardé las cosas intentando estirar los minutos para darle una última oportunidad de aparecer, pero no, no salió de su casa, ni entró en ella. Cabrón, no lo vuelvo a hacer. Pasé todo el día ilusionada contigo y no tuviste la más mínima consideración de salir de tu casa, aunque fuera a comprar el periódico. Cabrón, no lo vuelvo a hacer. Ah, qué más da, si total, no se habrá fijado en mí, si lo hubiera hecho, se hubiera acordado de mí y habría salido, pero no lo hizo... ¿Debería olvidarme de “ÉL”?

1 comentario:

  1. Las mujeres somos muy mal pensadas y más en temas de amor, quizá ese día, solamente, tenía otras cosas que hacer, por eso no coincidisteis. Sólo por el mero hecho de que un dí lo vieras a una hora, no quiere decir que siempre salga o entre a esa hora. No te preocupes e intenta conocerlo a ver que pasa.

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